Reseña de "La historia no es la que es, es la que te cuentan" de MIKEL HERRAN, publicada por Planeta.
Lo divertido no es lo contrario de lo serio, sino de lo aburrido. Esta gran verdad, nunca suficientemente recordada, vuelve a ponerse de manifiesto en este libro de Mikel Herrán, arqueólogo, youtuber y exitoso divulgador histórico. La historia no es la que es, es la que te cuentan es tan serio y riguroso en el fondo como divertido en la forma. Un libro escrito con total desparpajo, que contiene muchas bromas, pero ninguna tontería. Que salpica sus argumentos con citas de Lydia Lozano, Esty Quesada, Bárbara Rey, Belén Esteban, Aramis Fuster, Aquí no hay quien viva, Yurena (antes Ámbar, antes Tamara), Mila Ximénez, Chenoa, Rocío Jurado o Chelo García Cortés, referencias a La Veneno, El Diario de Patricia, al planeta Asgard o a Rose en Titanic, y guiños a La vida de Brian o al principal eslogan trumpiano (“hacer Constantinopla grande otra vez”). Pero que se apoya en los autores y corrientes historiográficos más prestigiosos, como Marc Bloch y Lucien Febvre y su Escuela de los Annales.
Este es un libro de historia, escrito por un profesional, pero dirigido a todos los públicos: a los estudiantes de la materia, a los aficionados y a cualquier lector interesado por el asunto. Asunto que va más allá de la historia, porque ésta es tan frecuentemente manipulada por políticos de cualquier signo que, finalmente, debe interesar a todos los ciudadanos. La historia no es la que es, es la que te cuentan es un libro que reflexiona con rigor sobre qué es la historia, con un propósito central: “invitar a la reflexión sobre cómo construimos los relatos que forman la historia”.
Por eso cuestiona constantemente el modo en que contruimos esos relatos. “Estudiar el pasado no consiste en encontrar un término en una fuente de hace mil años y repetirlo”, sostiene el autor en las primeras páginas. “La historia es una ciencia, un ejercicio activo de exploración de los hechos del pasado que, de paso, nos ayuda a conocernos a nosotros mismos”, afirma también. Y añade otra advertencia esencial: “El sujeto histórico que elegimos y las preguntas planteadas van a condicionar el resultado de nuestra investigación”. Cada uno de los seis capítulos que componen el libro se enfrenta a un enemigo hecho de los tópicos que asedian nuestra visión del pasado, con el objetivo de entender qué valores refleja, cómo hemos llegado hasta aquí e ir más allá, para buscar maneras alternativas de aproximarnos al pasado.
“El propio título del libro, “La historia no es la que es, es la que te cuentan”, sería el resumen y el axioma de este capítulo. En otras palabras, “la historia se construye… la historia es un relato, una explicación que puede unir una serie de hechos para buscar cómo se unen entre ellos y qué los relaciona”. Y los relatos se basan en las fuentes; que son, forzosamente, parciales, porque la realidad es tremendamente compleja y las fuentes no pueden recogerlo absolutamente todo. “No hay una Historia (con mayúscula), una historia que es. Todas son relatos y todas son parciales”, dice el autor. Por eso el historiador debe acercarse a las fuentes con la prudencia con que un entomólogo se acerca a una mariposa. Teniendo en cuenta que “el contexto de la fuente es tan importante, si no más, que lo que dice”. “Creerse a pies juntillas lo que dice una fuente escrita no suele llevarnos muy lejos, y se corre el riesgo de creerse más de un bulo”. Es esencial entender de dónde vienen las fuentes escritas, con qué objetivo se escribieron, para saber, más allá de lo que dicen, a quién y porqué se lo dicen y porqué omiten lo que omiten; es decir, interpretarlas. Y también que “las ideas previas del investigador van a marcar su enfoque”.
Las fuentes no se agotan en los documentos escritos. La arqueología, las monedas y otros restos, nos dan una imagen más compleja del pasado; como puede verse en el caso de los vikingos. Mikel Herrán pone un caso práctico, el de Pelayo y Covadonga. Asunto ante el que caben todas las preguntas, empezando por los más básicas: ¿Quién fue Pelayo? ¿Existió la batalla? El caso es que esos hechos los conocemos sobre todo por las fuentes escritas a partir del reinado de Alfonso III, posterior en más de cien años a la batalla. Y conviene saber que la monarquía astur buscaba un pasado glorioso sobre el que legitimar su poder, lo que le llevó a magnificar unos hechos oscuros o dudosos. “La relevancia de Pelayo y Covadonga no está en ellos como hechos históricos, sino como narrativas o elementos en distintos relatos continuamente construidos, alterados o apropiados a lo largo de los siglos. Su historia no es la que es: es la que te han contado”.
La historia es un relato construido, a menudo, desde una perspectiva bastante determinada, y un discurso de poder. Las fuentes han tendido a reflejar la perspectiva o las vidas de ciertas capas sociales y aún hay un enorme peso de una forma de ver el pasado. Pero hay otras historias: social, de las emociones, de género… La cuestión no es tanto cambiar el objeto de estudio, sino la aproximación; no mirar hacia otro lado, sino cambiar el enfoque para ver cosas que siempre estuvieron ahí, pero en las que no nos fijábamos tanto. Esas otras historias no son tan otras como pudiéramos pensar. La historia social dio pie a estudiar la historia de la familia, de la clase, del género, de la infancia, de la sexualidad, de la etnicidad, del trabajo, del sindicalismo… Revolucionó tanto el panorama que hoy el de “historia social” es un término amplio. La historia de género consiste en analizar el género como estructura que codifica los comportamientos humanos y los grupos sociales; es decir, cómo, en una sociedad o en un periodo, se entendieron lo masculino o lo femenino, qué actividades se consideraban aceptables para uno u otro género o cómo el género se relacionaba con otros elementos sociales como la clase, la etnia o la edad.
La historia de la vida cotidiana nos muestra cómo vivía la mayor parte de la población la mayor parte del tiempo. En el estudio del día a día podemos descubrir más acerca de una sociedad que si nos centramos en los grandes eventos. La historia de los objetos nos muestra los pasos que ha dado un objeto hasta llegar hasta nosotros y cómo humanos y cosas se relacionan, se comportan y cambian. La historia queer es, en realidad, una reconstrucción, y análisis de cómo hemos construido la norma con base en categorías supuestamente esenciales en torno al cuerpo, al sexo, al género o a la sexualidad. El potencial de lo queer está en entender que nuestras concepciones del cuerpo, el sexo, la sexualidad o el género están socialmente construidas de maneras diversas. Que creamos una norma y buscamos sus precedentes en el pasado a menudo antes que estudiar la evidencia. La historia poscolonial nos enseña que el colonizador era igualmente condicionado por el imperio y por los colonizados. El poscolonialismo rechaza una división binaria entre colonizador y colonizado porque el colonialismo tampoco es un bloque lógico, definido y monolítico. Una historia no eurocéntrica cuestiona hasta qué punto el pensamiento europeo, en su intento universalista, ha sido adecuado para regular y entender modos de vida, cosmovisiones y horizontes plurales y diversos; cuestiona cómo analizamos sociedades ajenas a la modernidad cuando estudiamos el pasado, pues tendemos a transportar nuestras propias categorías. Un par de conclusiones del libro son que “es precisamente cuando tratamos de ir más allá de los sujetos históricos tradicionales (los reyes y las naciones) cuando podemos encontrarnos la riqueza del pasado”. Y que “la investigación del pasado deja a menudo más preguntas que respuestas… Las certezas son cómodas, por supuesto, pero esta comodidad nos hace más dóciles y más vulnerables”.
Mikel Herrán, conocido en redes como @putomikel, es arqueólogo y youtuber. En YouTube se ha abierto paso como referente de la divulgación histórica entre los jóvenes. Con 133k seguidores, en sus vídeos repasa de forma clara y divertida los temas históricos que están en el candelero.
תגובות