"La mujer sin nombre" de Vanessa Montfort
- Violant Muñoz i Genovés
- 19 nov 2020
- 8 Min. de lectura
Tras el triunfo de Mujeres que compran flores y El sueño de la crisálida, Vanessa Montfort retoma el personaje de su exitosa obra de teatro “Firmado Lejárraga” en esta reveladora novela sobre la historia real de una mujer fascinante que escribió en la sombra algunas de las obras más importantes del siglo XX, pero que fueron firmadas por su marido Gregorio Martínez Sierra. Entre ellas, los libretos de El sombrero de tres picos o El amor brujo, y dramas teatrales como Canción de cuna. Montfort novela los misterios que giran en torno a la figura de María Lejárraga, una escritora sin nombre silenciada por la historia oficial.

Cuando a la directora teatral Noelia Cid le encargan estrenar Sortilegio, la obra perdida del reputado dramaturgo Gregorio Martínez Sierra, decide informarse sobre ella a través de los documentos que conservó su mujer, María Lejárraga. Sin embargo, mediante su investigación Noelia no sólo se sumerge en la compleja relación amorosa entre María y Gregorio, sino que va a encontrarse con un misterio que lleva más de un siglo sin resolver. Se verá entonces arrastrada por la vida llena de pasión, arte y feminismo de María, alguien que luchó contra viento y marea por ejercer su vocación y que vivió en primera línea los grandes hitos del siglo pasado: el Madrid literario de los años veinte, el París de la Belle Époque, la lucha política de las mujeres durante la Segunda República, el exilio tras la Guerra Civil, la ocupación de Francia por los nazis o el glamour de la época dorada de Hollywood. Además, descubriremos la versión más humana de las grandes personalidades que fueron sus amigos y colaboradores, como Juan Ramón Jiménez, Manuel de Falla o Federico García Lorca. Esta es una novela de amor y desamor, de contradicciones humanas, de misterio, un manual de supervivencia para tiempos difíciles, una odisea por la Europa y la América del siglo XX contemplada por una antiheroína.
La mujer sin nombre cuenta la historia de una mujer silenciada, pero, ante todo, de uno de los autores españoles más destacados de nuestra Historia, la dramaturga española más prolífica y exitosa, cuyas obras llenaron teatros desde Broadway a Buenos Aires o el West End londinense. En un momento histórico que podría llamarse “rehabilitación histórica de la memoria de la mujer”, María Lejárraga es uno de nuestros mayores referentes literarios que es fundamental rescatar como parte de nuestro patrimonio cultural. En la primera mitad de la novela Vanessa Montfort muestra a María dentro de un universo diáfanamente literario, teatral y masculino en el que se mueve durante el primer tercio del siglo, la Edad de Plata Española: hombres que fueron sus mentores, amigos o colaboradores —Juan Ramón, Falla, Turina, Lorca, Gregorio, Galdós o Benavente— que hoy tienen su propio capítulo en las enciclopedias. Tras su separación, el universo de María cambia por completo y como queda reflejado en La mujer sin nombre. Su mundo es ahora activamente político y feminista y se puebla de mujeres como María Guerrero, las miembros del vibrante Lyceum Club —Victoria Nelken, Clara Campoamor, Elena Fortún, Colombine, María de Maetzu— o su amiga y parlamentaria, Matilde de la Torre. María también evoluciona tras la decepción —tanto su discurso como su obra—, que aparece llena de tríos amorosos, denuncia social e incluso explora por primera vez temas tabú en la época como la homosexualidad y los “negros literarios”.
Sus discursos feministas son impresionantes. Le obsesionaba la educación de la mujer porque era consciente de que suponía un pasaporte para la libertad. “Mujeres de España, lean, busquen en los libros, hay algo tan grande que las está esperando… nunca el saber ha cortado las alas del ensueño”. La novela argumenta como nunca habría estrenado en los grandes teatros internacionales donde tuvieron éxito sus obras, de haberse sabido que la autora era una mujer. Como mucho, habrían sido consideradas obras menores en escenarios aún más mínimos y no habría sido tomada en serio como dramaturga. Lejárraga sabía muy bien que permanecer oculta tras el pseudónimo de Gregorio Martínez Sierra también le daba libertad y eliminaba el prejuicio que inevitablemente habría caído sobre su obra. Durante la dictadura española su paisaje vuelve a cambiar. La Nueva York y el Hollywood de los años 50, Méjico, la Gran Buenos Aires de los 60 son escenarios de la última parte de la novela. A través de María Lejárraga se puede entender la Historia de gran parte del s.XX desde una perspectiva distinta, la de sus creadores. De su mano conoceremos en su versión más humana a Galdós, Lorca, Falla, María Guerrero, Stravinsky, Clara Campoamor, Pasionaria, Sarah Bernhardt, Pastora Imperio o Walt Disney, entre otros.
La mujer sin nombre es la primera novela en la que se defiende la autoría de María Lejárraga de toda la obra de su marido, Gregorio Martínez Sierra. Contiene una sólida investigación que aporta pruebas suficientes sobre la autoría total de Lejárraga de más de noventa obras entre teatro, libretos, ensayo, discurso político y traducciones. María escribía y Gregorio dirigía y gestionaba el éxito, como habría hecho un agente o un buen gerente. Él era uno de los directores de escena más renovadores de la época y, aunque hay quien le atribuye el 50% de la obra en común. Pero Vanessa Montfort asegura que no escribió una línea; ella fue la única autora de esas noventa obras. «María Lejárraga no es una mujer invisibilizada más, es un símbolo.», dice Vanessa Montfort. «Es el misterio más importante de la literatura española. Por eso pretende dar a conocer el nombre de una autora que debería ser estudiada como referente.». La exhaustiva investigación realizada por Vanessa Montfort para esta novela y la obra teatral previa descubre, además, las últimas voluntades y la tumba de la escritora, un dato revelador hasta ahora desconocido. Todas sus biografías, los periódicos de la época, incluso sus descendientes, dieron por cierta esta información: que Lejárraga fue enterrada en el Cementerio de la Chacarita en Buenos Aires. Sin embargo, nadie había dado con su tumba ni la había visto físicamente. Vanessa Montfort siguió el rastro de sus últimos días, buscando pistas en sus cartas, sus últimas obras, consultando los registros de todos los cementerios bonaerenses, hasta dar con la prueba definitiva a tan sólo unos días del estreno de la obra en el Centro Dramático Nacional: Lejárraga quiso ser incinerada y que sus cenizas fueran esparcidas en el Río de la Plata. Un último hallazgo que sigue reescribiendo la historia de la misteriosa autora.
La novela también descubre que, cien años más tarde, las obras de Lejárraga a día de hoy no figuran a su nombre en ningún registro (ni siquiera como coautora) y, por tanto, siguen sin generar los derechos de autor que legítimamente le corresponden. Sólo aparece como coautora de Gregorio Martínez Sierra en las obras de Manuel de Falla. La colaboración con los descendientes de los protagonistas de La mujer sin nombre y sus fundaciones -de Manuel de Falla, Joaquín Turina, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, entre otros-, ha sido fundamental para recrear a los personajes desde su aspecto más íntimo y humano. En especial, Antonio González Lejárraga, quien ha puesto a disposición de la autora documentos, cartas y fotos de un valor incalculable.
María nació en La Rioja en 1874. Hija de un médico, creció en una familia numerosa amante de la cultura. A los 26 años se casó con Gregorio Martínez Sierra, también el mayor de los hermanos de la familia de comerciantes Martínez Sierra, a los que conocía su familia. Estudió Magisterio y ejerció como maestra durante su juventud tras ganar una oposición durante. Siempre reconoció que la enseñanza era su gran vocación, junto con el teatro y la escritura.
El matrimonio Lejárraga-Martínez Sierra llevó una intensa vida cultural. Formaron parte del movimiento modernista y fundaron la revista Helios en la que colaboraron Juan Ramón Jiménez y Rubén Darío entre otros. En esta época nació la amistad entre María y Juan Ramón, que se prolongó hasta la muerte de éste. Cuando Gregorio crea su propia compañía y compra el Teatro Eslava, él se ocupaba de la gestión la dirección y las relaciones públicas, algo para lo que tenía un gran talento y María deja el magisterio para escribir las obras que estrenaban y que aparecían siempre firmadas por Gregorio. Así estrenaron casi un centenar de obras de teatro.
Junto con Manuel de Falla, María escribió el libreto de El sombrero de tres picos y El amor brujo. Colaboró también con otros autores de la época como Eduardo Marquina, los hermanos Álvarez Quintero, Carlos Arniches o el músico Joaquín Turina para quien escribió el libreto de Margot. Su drama más famoso, Canción de cuna (1911), fue llevado al cine en fue llevado al cine en múltiples ocasiones, dentro y fuera de España. Gregorio firmó también artículos en revistas y dio cientos de conferencias escritas por María.
Inauguró junto con María de Maeztu, Victoria Kent y Zenobia Camprubí entre otras, el Lyceum Club Femenino, el primer club donde se ofrecían tertulias para mujeres. También fundó la Asociación Femenina de Educación Cívica, la primera destinada a fomentar la formación y la cultura entre las mujeres desempleadas. Fue miembro del Partido Socialista Obrero Español, diputada en las Cortes por Granada, Presidenta del Patronato de la Mujer y agregada comercial del Ministerio de Agricultura en Suiza tras el estallido de la guerra. Allí fundó las colonias a los huérfanos de guerra. Se exilió en Francia, México y Argentina, donde tradujo incansablemente y escribió obras como Una mujer por los caminos de España (1949), Gregorio y yo, medio siglo de colaboración (1953), Viajes de una gota de agua (1954) y Fiesta en el Olimpo (1960). Por el uno de estos relatos, enviado como tratamiento a Walt Disney, se le atribuye La dama y el vagabundo. Murió en Buenos Aires en 1974.
La mujer sin nombre toma el personaje central de la obra de teatro Firmado Léjarraga, escrita por la propia Vanessa Montfort. La obra, que se convirtió rápidamente en uno de los mayores éxitos teatrales de la pasada temporada y le valió ser uno de los tres finalistas a los Premios Max a la mejor autoría teatral, antecede esta novela. La obra se estrenó en mayo de 2019 en el Centro Dramático Nacional y se repuso en diciembre del mismo año. Fue interpretada por Cristina Gallego (en el papel de Lejárraga), Eduardo Noriega/Miguel Ángel Muñoz (Gregorio Martínez Sierra), Alfredo Noval (Juan Ramón Jiménez) y Jorge Usón (Manuel de Falla), Gerald B. Fillmore (Lorca y Turina). El montaje, dirigido por Miguel Ángel Lamata, puso en pie el texto original de Vanessa Montfort que llevaba al teatro por primera vez la fascinante historia de María Lejárraga. La repercusión del montaje provocó que autora, director y actores fueran invitados a clausurar los actos del pasado Día Internacional de la Mujer en el Congreso de los Diputados con una lectura de fragmentos de la obra. Firmado Lejárraga colgó el cartel de “no hay localidades” en cada función. Además de alcanzar el favor de la crítica y una gran repercusión en medios, le valió a Montfort ser uno de los tres finalistas al Premio MAX a la mejor autoría teatral.

Vanessa Montfort (1975) creció en Madrid. Licenciada en Periodismo, es novelista y dramaturga. Considerada una de las voces más destacadas de la reciente literatura en lengua castellana, su obra está presente en 25 países, entre ellos: Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Corea, Estados Unidos y toda América Latina. Es autora de El ingrediente secreto (XI Premio Ateneo Joven de Sevilla, 2006), Mitología de Nueva York (XLII Premio Ateneo de Sevilla, 2010) y La leyenda de la isla sin voz (Premio Ciudad de Zaragoza. Mejor novela histórica del año, 2014). Con las siguientes novelas, Mujeres que compran flores y El sueño de la crisálida, confirma su éxito de crítica y público alcanzando, con esta penúltima, 24 ediciones en España y su presencia en 20 países. Como dramaturga, es autora de una quincena de títulos estrenados dentro y fuera de España, desde Londres o Roma hasta América Latina. Su obra más reciente, Firmado Lejárraga, supone un éxito rotundo que le ha valido ser reestrenada en el Centro Dramático Nacional y finalista a los Premios Max 2020 como Mejor Autoría Teatral. Con la misma inspiración, rescata el fascinante personaje de María Lejárraga para entregarnos con La mujer sin nombre su novela definitiva. Una historia imprescindible, desconocida y emocionante. El misterio de la mujer que escribió en la sombra algunas de las obras más importantes del siglo XX y que fueron firmadas por su marido
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