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  • Foto del escritorViolant Muñoz i Genovés

"El caso Alaska Sanders" de Joël Dicker publicado por Alfaguara

El próximo 23 de junio, nueve años después de la publicación de "La verdad sobre el caso Harry Quebert", llega a las librerías de la mano de Alfaguara "El caso Alaska Sanders", la esperada secuela de la novela que convirtió a Joël Dicker en un fenómeno literario global, traducido a 42 idiomas y con más de 15 millones de lectores. En su nueva novela, una intriga que alterna varias líneas temporales, el autor suizo recupera a Marcus Goldman, al sargento Perry Gahalowood y a Harry Quebert unos meses después del final de La verdad sobre el caso Harry Quebert. La Campana publicará la novela en catalán.


3 de abril de 1999. Apenas son las 7h a.m. cuando una corredora descubre el cadáver de Alaska Sanders junto a la playa de guijarros a orillas del lago Skotam, pero aún habrá que esperar unas horas antes de que su nombre empiece a saltar de boca en boca en la pequeña y pacífica ciudad de Mount Pleasant. Alaska se había mudado allí pocos meses atrás desde Salem con su pareja, Walter Carrey, pero ya se había ganado el cariño de la gente. Simpática, siempre atenta, educada con los clientes de la gasolinera en la que trabajaba y muy guapa. Hacía poco que había ganado el concurso de Miss Nueva Inglaterra, aunque a sus veintidós años su sueño no era ser modelo sino actriz, y tenía todo a su favor para conseguirlo.

Los sargentos Perry Gahalowood y Matt Vance, de la brigada criminal de la policía estatal de New Hampshire, asumen la investigación y enseguida encuentran tres hilos de los que tirar: Primero, una nota de amenaza en el bolsillo de Alaska: «Sé lo que has hecho». Segundo, un jersey con rastros de sangre, en una caravana abandonada. Y tercero: los restos del piloto trasero de un vehículo, cerca del escenario del crimen.


Enseguida arranca el desfile de sospechosos, empezando por su pareja: Walter Carrey, un exmilitar seis años mayor que Alaska y que en 1999 se ocupa de la tienda familiar de caza y pesca. Walter asegura que jamás oyó hablar de esas amenazas y tiene una coartada poco sólida para la hora del crimen. Afirma que Alaska cortó con él esa misma tarde, sin previo aviso; que dio por hecho que ella había regresado con sus padres a Salem, y que de noche él salió a ahogar las penas con su amigo de la infancia Eric Donovan y la hermana de él, Lauren. Sin embargo, según Lewis Jacob —dueño de la gasolinera y el último que la vio con vida—, Alaska tenía una «cena romántica» esa noche. Si no era con Walter, ¿con quién era? ¿Acaso tenía un amante? La madre de Walter acusa a Eric: no se fía de él, convencida de que el amigo de su hijo y Alaska tenían una aventura. Ella misma los vio discutiendo días atrás, y parecía una pelea de enamorados. Walter se niega a creerlo, pero las pruebas parecen ir arrinconando a Eric, que durante unos años vivió en Salem, y que también ha regresado hace poco a Mount Pleasant, después de que lo despidieran de su trabajo.


No hay nada claro, pero Vance, más impulsivo que Gahalowood, sabe que ese va a ser su último caso y está decidido a hacerle justicia a Alaska. Aún le pesa el asesinato de una chica de diecisiete años que jamás se resolvió y que marcó el inicio de su carrera como policía; no está dispuesto a que se repita. El sargento Gahalowood llega al caso con un ánimo muy distinto: su mujer Helen está a punto de dar a luz a su primera hija y andan enredados con la mudanza a Aurora. Por eso el jefe Lansdane envía como refuerzo a Kazinsky, para ayudarlos.


En el intervalo de cuatro días —del 3 al 6 de abril de 1999— todo habrá saltado por los aires. Esa noche del 6, mientras Helen da a luz a la primera hija del sargento Gahalowood, en la comisaría estalla el caos y la noche acaba con dos muertos y una confesión de asesinato que lleva a cerrar el caso. Aun así, la herida que esa cadena de desgracias deja en Gahalowood seguirá abierta muchos años, incluso más allá del caso que lo lleva a los periódicos y lo une a Marcus Goldman.


Desde el caso Alaska Sanders, el sargento Gahalowood se ha negado a tener un compañero. No lo tiene nueve años después, cuando en 2008 asume el caso Harry Quebert en Aurora y durante la investigación conoce a Marcus, por entonces un escritor bloqueado tras el impresionante éxito de su primera obra, Con G de Goldstein. Han pasado dos años y ambos han mantenido el contacto. También la costumbre de llamarse «escritor» y «sargento» uno al otro y una formalidad y una ironía en el trato que esconde un inmenso afecto.


En 2010, Marcus ya se ha asentado como un autor de prestigio, tras la inmensa cobertura que recibió su investigación para exonerar a su amigo y autor de culto por la muerte de Nola Kellergan, y gracias a las ventas millonarias de su segundo libro: "La verdad sobre el caso Harry Quebert". Su agente, Roy Barnaski, no puede estar más feliz de tenerle en su catálogo; o podría, si Marcus aceptase el dineral que hay encima de la mesa para llevar al cine su segunda novela, como están haciendo ya con la primera. Marcus se niega. Por Harry.


Lleva sin tener noticias de su antiguo profesor desde que Quebert salió de la cárcel y es incapaz de localizarle. Sigue sus huellas, pero no le llevan a ninguna parte y lo echa de menos. Por grande que sea su éxito literario, se siente solo en Nueva York, y su único refugio es la familia de Perry y Helen Gahalowood en Aurora. Ve en ese matrimonio un amor semejante al que veía en Tío Saul y Tía Anita, los Goldman-de-Baltimore. Su recuerdo le devuelve a los días de infancia y adolescencia en los que él, pequeño Goldman-de-Montclair, se sentía acogido, querido, afortunado entre sus primos Hillel y Woody, compartiendo los veranos con su primer amor, Alexandra Neville. Ya no queda casi nada de ese mundo: ni sus primos, ni Tía Anita, ni ese vínculo con Alexandra —ahora una cantante famosa—, ni siquiera su tío, olvidados ya los años donde el dinero no era un problema y en casa bullía de vida.


Marcus sueña con una relación como la que ellos tenían, como la que tienen los Gahalowood, pero lleva años sin una relación seria: desde que en 2005 rompió con Emma Matthews, al poco de firmar su primer contrato literario con Barnaski. Y aunque estaba ilusionado con Raegan, una piloto comercial con quien lleva unos meses, pronto descubre que tampoco esa relación va a ninguna parte. Su vida está bloqueada y no sabe cómo avanzar, cómo recuperar ese yo que aún era feliz, el yo anterior al éxito: el que conducía un coche viejo y tenía las puertas de la felicidad abiertas: el Marcus-del-Ford. Lo único que saca en claro es que su vida no se mueve en la dirección correcta. Hasta que en mayo de 2010 recibe una noticia que da un vuelco a todos sus planes. Indirectamente, esa llamada lo lleva hasta un misterioso sobre azul con un anónimo que obliga a reabrir el caso Alaska Sanders.


Con el apoyo tácito del jefe Lansdane, Marcus se zambulle en la investigación y averigua que la trágica noche del 6 de abril de 1999 no se desarrolló como se dijo en su día. Kazinsky —en silla de ruedas desde 2002— mintió. También el detenido. Mano a mano con Gahalowood, Marcus tratará de descubrir si once años atrás cerraron ese caso en falso. Cuentan ahora con la investigación paralela que han estado realizando Lauren Donovan, hermana de Eric y ahora policía, y Patricia Widsmith, que asumió pro bono la defensa del acusado por el asesinato y logró que lo condenaran a cadena perpetua en vez de a la pena de muerte. Marcus cree en ellas y se propone ayudarlas. Más aún cuando desde el primer segundo es innegable la química que existe entre Lauren y él. Volverá a preguntarse si ella es «la definitiva».


Todo se complica aún más para él cuando, como llegados de la nada, comienza a recibir extraños mensajes acompañados de la figurita de una gaviota de papel. Y sabe que solo pueden ser de Harry. Con todas estas cartas sobre la mesa, pronto empiezan a salir a flote las graves lagunas y asunciones de la investigación primera. Tienen la impresión de que alguien trató de confundirlos desde el inicio, y Gahalowood pone el dedo en la llaga: el error fue centrarse en el posible asesino, en vez de en la víctima. ¿Qué llevó a Alaska a esa playa de noche, con quién había quedado para esa «cena romántica»? ¿Por qué una chica como ella se marchó de la noche a la mañana de su casa en Salem y, en vez de mudarse a Nueva York con el dinero ganado como modelo, acabó escondida en Mount Pleasant y trabajando en una gasolinera? ¿Quién la amenazaba y a qué se refería con ese «Sé lo que has hecho»? ¿Qué relación hay entre su muerte y la desaparición de otra joven modelo en 1998 en Salem? ¿Quién era en realidad Alaska Sanders?


Joël Dicker nació en Suiza en 1985. En 2010 obtuvo el Premio de los Escritores Ginebrinos con su primera novela, Los últimos días de nuestros padres (Alfaguara, 2014). La verdad sobre el caso Harry Quebert (Alfaguara, 2013) fue galardonada con el Premio Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, el Premio Lire a la mejor novela en lengua francesa y, en España, fue elegida Mejor Libro del Año por los lectores de El País y mereció el Premio Qué Leer al mejor libro traducido y el XX Premio San Clemente, otorgado por los alumnos de bachillerato de varios institutos de Galicia. Traducida con gran éxito a cuarenta y dos idiomas, se ha convertido en un fenómeno literario global. Alfaguara también ha publicado su relato El Tigre (2017) y sus novelas El Libro de los Baltimore (2016), La desaparición de Stephanie Mailer (2018) y El enigma de la habitación 622 (2020), novela ganadora del Premio Internacional de Alicante Noir. El caso Alaska Sanders es la esperada secuela de La verdad sobre el caso Harry Quebert y ambas forman, junto con El Libro de los Baltimore, la trilogía protagonizada por el personaje de Marcus Goldman. La publicación de El caso Alaska Sanders coincide con la inauguración de la editorial de Joël Dicker, Rosie & Wolfe, establecida en Ginebra tras el fallecimiento de Bernard de Fallois, que había estado a su lado desde el principio.



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