top of page
Foto del escritorViolant Muñoz i Genovés

Una mujer singular con un pasado oculto y un enemigo implacable



“En Barcino” de Mari Carme Roca publicada por Planeta


Maria Carme Roca ha querido dar voz a las mujeres de manera directa con el personaje de  Minicia, que sufre las presiones de una sociedad patriarcal como la romana.


Con casi veinticinco años, Minicia sufre el rechazo de su padre, Lucio Minicio Natal Quadronio Vero, gobernador de África proconsular. El motivo: cuando era muy joven fue la amante de Teseo, el esclavo que mortificó la vida del noble Minicio desde la infancia, antes de morir luchando, precisamente, contra él. A la frenta se suma un gran secreto que la marcará para siempre.


Desconcertada y dolida por el alejamiento paterno, seguirá sin embargo con su vida: la pasión por las carreras de cuadrigas y la escritura, la amistad con el emperador Marco Aurelio y la emperatriz Faustina, la curiosa relación con su marido Cneo, la complicidad con su esclavo Erasmius, el entendimiento pasional con el centurión Lucio Cecilio Optato. Asimismo, Minicia intentará recuperar la estima de su padre y encontrar la persona que se encarga de cumplir una venganza que no le afecta solo a ella y a su familia, sino a todo el imperio.


«Hace muchos años que empecé a morir. Mi alma se desgarró por la mitad, y en el transcurso del tiempo solo he conseguido remendarla.»


Con estas desgarradoras palabras se presenta Minicia, la protagonista de esta apasionante historia, cuando, con apenas 25 años, su mayor secreto sale a la luz. Minicia es hija de un personaje histórico, Lucio Minicio Natal Quadronio Vero, de la tribu Galeria, que había alcanzado el rango de ser gobernador del África preconsular.


La autora ha querido dar voz a las mujeres de manera directa. En una sociedad patriarcal como la romana, ellas solo aparecen como consortes. Salvo algún grupo reducido como el de las vestales, las mujeres no tenían importancia; basta con observar que, generalmente, solo tienen un nombre, como los esclavos, mientras que ellos, los hombres, disfrutaban delpraenomen, elnomeny elcognomen.


En cuanto a las mujeres, aunque sobrevivieron (y deben hacerlo todavía) dentro de una sociedad dominada por los hombres, ellas, de manera indirecta y sutil, hicieron notar su presencia y su influencia. La discreción y la paciencia eran dos aliadas valiosas que, si las mujeres sabían emplear con sabiduría, podían hacer tambalear el imperio.


Minicia no lo tendrá nada fácil, porque es sincera e impetuosa. Que quiera ir a su aire y tenga gustos estrafalarios para una mujer (monta a caballo como el mejor jinete, lee, escribe…) la pondrá en situaciones muy complicadas. Y menos mal que, a pesar de la distancia que los separa, cuenta con la protección de Marco Aurelio y, por supuesto, de Lucio Cecilio Optato, un centurión que conocerá pasados los cuarenta años y que será su amante y confidente.


Minicia siempre había tenido una relación muy especial con su abuela Quadronia, ya que había perdido a su madre siendo muy pequeña, por lo tanto, fue su abuela quien se encargó de cuidarla y velar por ella. De naturaleza inquieta, Minicia siempre había querido conocer mundo, hacer cosas diferentes, una cualidad que había alentado su padre desde que siendo pequeña le transmitió su pasión por los caballos. Una de esas cosas que le atraían y le hacía especial ilusión era conocer la bulliciosa Roma, conocer la ciudad, pasear por el Tíber o entrar en lasfullonicae(lavanderías). Pese a las cavilaciones iniciales de su abuela, esta acaba por concederle ese deseo, si bien debían ir disfrazadas como esclavas, llevando túnicas harapientas y sucias, así no llamarían la atención. El paseo por Roma es una experiencia fascinante  no solo para la protagonista, sino para el propio lector, lleno de experiencias y aprendizajes, y también de escenas impactantes como aquella en la que vio a un grupo devigiles urbanaearrastrar a un cadáver. Una imagen que le quedaría grabada para siempre. A la vuelta de este viaje, su abuela le hace saber que ha llegado el momento de buscarle un buen marido, y que ella velaría porque así fuera. Inicialmente le pareció una idea horrorosa, pero con el tiempo fue cambiando de opinión. Se casó con 16 años, convencida de que un matrimonio concertado, llevado con respeto, podía ser muy cómodo y práctico. Y es que en la sociedad romana se valoraba el acatar lo que decían los mayores y aparentar llevar una vida digna para no provocar la vergüenza de la estirpe.


La novela comprende, principalmente, la segunda mitad del siglo II, cuando el Imperio romano alcanzó el punto álgido de su historia y, al mismo tiempo, apuntaba ya su decadencia, porque después de Marco Aurelio, el último de los llamados “emperadores buenos”, nada volverá a ser igual. Ya lo afirmó el historiador británico Edward Gibbon, uno de los más influyentes de todos los tiempos, que del año 96 al 180 d.C. fue un período en el que la condición del género humano disfrutó de la máxima bienaventuranza y prosperidad.


Durante aquella época, Barcino, la colonia creada en el siglo I a.C., continuó expandiéndose y, poco a poco, se fue consolidando. Hay que tener en cuenta que su territorio no comprendía solo el espacio encerrado entre murallas, ya que fuera de ellas, en la zona conocida como “suburbium”, se instalaron diferentes centros de producción artesanal de cerámica y metalúrgicos. Que la tierra circundante fuera fértil contribuyó a la actividad agrícola y a la presencia de las villae que la explotaban. Aunque la colonia aún seguía evolucionando a la sombra de Tarraco, ya mostraba unas singularidades que hicieron crecer la rivalidad entre las dos ciudades.


Con los datos actuales, en Cataluña se podían contar unas veinte ciudades en el momento de plenitud de las dinastías Julio-Claudia y Flavia. Parece ser que Barcino fue la ciudad más activa durante los siglos I y II, y creció fuera de las murallas. Desde su fundación contó con un centro monumental, un recinto fortificado poligonal y una red de alcantarillado. El suministro de agua estaba asegurado gracias a un acueducto que tomaba las aguas de mina a la altura de Montcada y otro que las tomaba de la sierra de Collserola. Gozaba de un foro, de un templo dedicado al culto imperial, de termas (una de ellas obsequio de los Minicio), de baños públicos, de un edificio dedicado a los sevires augustales (aedes) y de establecimientos como las fullonicae y las tinctoria (lavanderías y tintorerías), pequeñas industrias representativas de una ciudad muy activa. A pesar de que la ciudad no tenía puerto tal como lo entendemos ahora, contaba con un fondeadero que permitía la actividad y el tráfico marítimo.


Se ha especulado sobre el hecho de que tal vez tuvo un teatro y un circo, pero no hay suficientes pruebas para afirmar su existencia.


La novela, aparte de contarnos la apasionante vida de Minicia, nos introduce de lleno en la vida de la sociedad romana de la segunda mitad del siglo II d.C., aportándonos un sinfín de conocimientos sobre su forma de vida, sus hábitos, sus creencias y cómo eran las ciudades en ese entonces. El mundo romano, con sus grandes virtudes, defectos y carencias, es apasionante. Y nuestro, porque forma parte de nuestro legado.


Por poner algunos ejemplos, se hace mención a una montaña de ánforas que había en Roma, llamada Mons Testaceus. Se trababa de un monte triangular hecho a base de ir apilando ánforas que había alcanzado una altura de unos 12 metros. Estas ánforas se utilizaban para transportar aceite que traían de la Bética, donde se hacía el mejor aceite del mundo. Una vez las vaciaban las rompían pues salía más rentable que lavarlas.


Es conocida la afición de los romanos por las festividades. Las había de todo tipo, como las fiestas de la fordicidia, una celebración dedicada sobre todo a la fertilidad que consistía en ofrecer el sacrificio de una vaca preñada en honor a Tellus. En el caso de las bodas, había la curiosa costumbre de sacar a la novia de su casa fingiendo que era un secuestro. Esto se hacía en recuerdo del rapto de las sabinas, pero a Minicia siempre le pareció algo innecesario y humillante para la mujer.


Mari Carme Roca,es historiadora y filóloga. Desde el año 1997 se dedica profesionalmente a la escritura, con más de cincuenta libros publicados. Su obra se dirige tanto al público infantil y juvenil como al adulto. En el transcurso de su trayectoria ha obtenido diversos premios literarios, como el Lola Anglada de cuentos infantiles conDonde se esconde el miedo(2002), la mención de honor White Raven’s por la novelaEl hacedor de mentiras(2004), el Néstor Luján de novela histórica porIntrigas de Palacio(2006), el Bancaixa por¿Quién es el de la foto?(2009), el Joaquim Ruyra porKatalepsis(2012), el Premio Barcanova de literatura juvenil porSelfies en el cementerio(2017) y el Premi Prudenci Bertrana porEl far(2018).

Actualmente, aparte de escribir, forma parte del programa “Letras en las aulas” de la ILC y asiste a centros escolares donde interviene en foros lectores. Imparte conferencias en bibliotecas, centros y asociaciones culturales, colabora en diversas publicaciones y participa en rutas literarias sobre sus novelas históricas.


Publicada el 19 de marzo del 2020 en "Peregrinos y sus letras"

4 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


  • b-facebook
  • Twitter Round
  • Instagram - Negro Círculo
bottom of page